La gestión del talento, la experiencia de cliente, la transformación digital, el manejo de la inflación y la apuesta por la sostenibilidad serán claves en la toma de decisiones el próximo año

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Faltan solo tres semanas para que finalice el año. Desde el punto de vista económico y empresarial, el 2022 pasará a la historia por ser un año marcado por las consecuencias de la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas. La energía a precios imposibles y la inflación disparada son, al margen de la tragedia humanitaria, los dos factores más destacados de la crisis bélica. Un conflicto al que todavía nadie es capaz de determinar cuando finalizará.

Por lo tanto, en el nuevo año, todo apunta a que parte de estos problemas se mantendrán. La incertidumbre seguirá cotizando al alza y los problemas en la cadena de suministros todavía están lejos de desaparecer. Se diría que, de alguna forma, todos nos estamos acostumbrando a vivir en un mundo que acumula sobresaltos y las empresas no son, precisamente, la excepción. La resiliencia es un valor que cotiza claramente al alza en un contexto como el que estamos viviendo.

¿Cuáles serán las principales tendencias que marcarán la gestión empresarial en 2023? A continuación, repasamos algunas de las reflexiones que diversos analistas consideran como los temas claves del próximo ejercicio.

  1. Atracción del talento. En todos los sectores de la economía y en la mayoría de paises existe una verdadera batalla por el talento. En el caso de los perfiles relacionados con el mundo digital, la inteligencia artificial y el tratamiento de datos la lucha es despiadada. Los gestores de recursos humanos señalan la importancia ya no solo de atraer el talento sino de ser capaces de mantenerlo. Ese es el gran desafío. ¿Cómo conseguirlo? Aunque las condiciones económicas siguen importando, es cierto que entre los más jóvenes las condiciones de trabajo, los valores empresariales y la proyección son decisivas.
  2. Ser sostenibles. Ya no se trata de una cuestión de responsabilidad social, la sostenibilidad ha pasado a formar parte de las decisiones del día a día de las empresas. Más allá de los compromisos con la agenda 2030, la sostenibilidad es esencial en la imagen pública de la empresa y, en una sociedad cada vez más concienciada, es un factor que impacta directamente en las ventas.Por otra parte, la sostenibilidad en materia energética es absolutamente estratégica y, en ocasiones, básica para equilibrar la cuenta de resultados. Un aspecto poco destacado, pero que cada vez generará más controversia tiene que ver con el consumo energético relacionado con los grandes centros de datos y los servicios en la nube.
  3. La transformación digital. No es nuevo, ni mucho menos, pero la transformación digital es un proceso continuo que gana más y más importancia cada año que pasa. La inteligencia artificial, la realidad aumentada, el blockchain, el desarrollo del 5G y, muy relacionado con ello, el internet de las cosas, están llamadas a ganar cada vez más y más protagonismo. En realidad, la relevancia de estas tecnologías radica en su capacidad de interrelacionarse.
    Este empoderamiento de lo digital hace que la ciberseguridad sea ya una necesidad estratégica para todas las empresas. Para las grandes corporaciones, por supuesto, pero también para las pymes. Una realidad en la que el seguro está a los dos lados de la mesa, como proveedor de seguros específicos y como objetivo relevante de los ciberdelincuentes.
  4. Convivir con la inflación. Aunque la mayoría de expertos auguran que la inflación tenderá a relajarse, lo cierto es que las empresas se preparan para afrontar, al menos una primera mitad de año, en la que los precios sigan disparados. Una realidad que afecta al acceso a créditos y también añade un elemento de incertidumbre al precio de acceso a materias esenciales para mantener la actividad. Con las cadenas de suministro debilitadas, los expertos llaman la atención sobre las limitaciones de los modelos que propugnan devolver la producción de determinados activos al territorio europeo. Más allá de otras dificultades, es evidente que revertir este proceso no es gratuito y plantea dificultades incluso de know-how y eficiencia.
  5. La experiencia de cliente. Durante años se ha hablado de situar al cliente en el centro de las operaciones de un cliente, que protagoniza un proceso imparable de empoderamiento. Una tendencia que se mantendrá en 2023, pero al que se añade la necesidad de proporcionar al cliente una experiencia inmersiva. Algunos observadores señalan también la interactividad como otro valor que las empresas deben atender. Factores que cada vez serán más determinantes en la toma de decisión del cliente, al que, por supuesto, le importa el precio y la calidad, pero también el cómo accede al producto que compra o al servicio que adquiere. Desde el ámbito de los recursos humanos se advierte de la importancia que tendrá también la experiencia del empleado, más en un entorno en el que el trabajo a distancia seguirá siendo relevante.

Más dudas genera el futuro del Metaverso, que arrancó con fuerza pero que ahora mismo vive un proceso de redefinición. En cualquier caso, es necesario mantenerse muy atentos a lo que sucede en ese universo paralelo que seguro tendrá un papel en el mundo futuro.

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