El World Economic Forum considera la agilidad emocional como una habilidad determinante para el futuro. Es la capacidad de convivir con nuestros pensamientos, emociones y recuerdos de forma saludable
El bestseller ‘Emotional Agility’ de la psicóloga Susan David, es la obra de referencia en torno a la agilidad emocional. Esa capacidad que está adquiriendo relevancia en nuestro desarrollo personal, social y personal. Incluso desde el ‘World Economic Forum’ ha sido señalada como una habilidad determinante para el futuro. Se trata de tener una buena relación con nosotros mismos, con nuestra vida, nuestros pensamientos, nuestros recuerdos, nuestras emociones –todas ellas- y, finalmente, en coherencia con nuestros valores.
La agilidad emocional está relacionada con querer ver y querer reconocer. Mientras lo que se considera la visión convencional reduce las emociones a malas o buenas, positivas o negativas, la agilidad emocional evita esa toxicidad. Esto es necesario en un escenario de complejidad como el que rodea al ser humano en general a lo largo de la vida.
Si los modelos educativos tradicionales se han centrado en las destrezas técnicas hoy se valora también el grado de autoconocimiento, contar con inteligencia emocional, ser empáticos, tener compasión y estar alienados con los propios valores. La clave está en evitar la rigidez emocional reconociendo, viendo, experimentando, dejando fluir nuestras emociones –las consideradas positivas y las que no- siendo conscientes de cómo nos hacen sentir y a qué pensamientos nos llevan.
Cada emoción se asocia a un valor según Susan David y nos lleva a tomar decisiones, a elegir o a actuar. Se trata de que esos valores actúen como guías de conducta a las que acogerse riendo la forma de conducirse de cada persona frente a sus propias emociones. Este patrón nos llevaría a ser más flexibles y a tomar buenas decisiones basadas en datos, en información, porque la emoción, en sí, es un dato.