Tener un propósito vital ha sido señalado como uno de los pilares del bienestar psicológico. La investigación científica ha concluido que favorece la cognición y crea cambios en la organización del cerebro con más conexiones funcionales y generando un mecanismo de neuroprotección.

Esto podría llevar a la llamada resiliencia cognitiva que es la capacidad del cerebro para hacer frente a factores estresantes, lesiones y patologías. Un estudio del Marcus Institute for Aging Research, en Boston (Estados Unidos), realizado la colaboración de la Universidad de Barcelona, sugiere que tener un fuerte propósito en la vida puede promover la resiliencia cognitiva entre los adultos de mediana edad.

En la investigación se obtuvieron datos de 624 adultos de mediana edad de la cohorte de la Barcelona Brain Health Initiative y se compararon los resultados de los participantes con índices de propósito en la vida más bajos y más altos en términos de estado cognitivo, las lesiones de sustancia blanca (WMLs) y la conectividad funcional en estado de reposo. Además, se examinaron 14 circuitos cerebrales comunes.

Las conclusiones de los investigadores apuntan que los individuos del grupo de mayor propósito en la vida tuvieron una mayor conectividad entre nodos específicos de la red dorsal de modo por defecto, que se correlacionaba con el rendimiento cognitivo. Esto lleva a plantear que un mayor propósito en la vida promueve la salud cerebral y protege al cerebro de la disfunción incluso frente al estrés, la adversidad y la enfermedad según explicó el doctor Álvaro Pascual-Leone, director médico del Centro Deanna y Sidney Wolk Center for Memory Health en Hebrew SeniorLife; y del Departamento de Neurología de la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos).

El objetivo final es que, tal como destacó Pascual-Leone, es posible que todas las personas lleguemos a desarrollar un sentido de propósito fuerte para contribuir a nuestro bienestar cerebral. Lo más necesario para hacerlo cuando aún no se ha creado: tener orientación y apoyo.