La flexibilidad en el trabajo puede significar también autogestionar el tiempo de trabajo introduciendo pequeños descansos activos. Se trata de ocupar estas pausas para realizar un corto paseo, para mirar por la ventana, para estirar las piernas, para escuchar un par de canciones de música, para tomar un café y mantener una charla social, sin tocar temas de trabajo, con los compañeros… y esto puede hacerse tanto en formato presencial como en teletrabajo. Se trata de gestionar el tiempo de trabajo y no plantearse que debemos estar, en especial en los trabajos en oficina y con ordenador, pegados a la silla durante las ocho horas de trabajo con las mínimas visitas al lavabo y parar justo media hora para comer.

Aprender a parar, no tener interiorizado que debemos estar enfrente de la pantalla todo el tiempo es un pequeño reto para muchas personas. Es una idea muy establecida que el 100% del horario de trabajo debe estar plenamente dedicado a las diversas tareas que se debe ejecutar cuando también es importante aprender a parar.

Realizar un descanso de unos minutos, lo suficiente para que haya un poco de relajación cerebral, favorece –así lo reportan los primeros informes que estudian la jornada laboral no lineal- una mejor salud laboral.

Salud cerebral

Entre las ventajas de cuidar nuestro cerebro, además de la alimentación y un sueño reparador está la mejora de la memoria, la concentración, el sueño, el estado de ánimo, la productividad y la creatividad. El objetivo es lograr desconectar, por unos minutos y durante varias veces durante el día laboral, del trabajo. Esa desconexión tiene que existir, dejar de pensar en el trabajo. Al volver a la tarea ese descanso se nota y se es mucho más efectivo y el estado de ánimo también se ve influido de manera positiva. Con ello también se produce un efecto positivo sobre la forma de expresarse y relacionarse con los compañeros influyendo en el clima laboral.