Los pequeños olvidos y la lentitud de pensamiento se pueden reducir
Si vemos que nuestra memoria tiene bastantes fallos, que nos cuesta pensar o que tenemos muchos despistes… las razones pueden ser muchas: fatiga mental, problemas de salud como los proporcionados por los trastornos de tiroides o envejecimiento. En este último caso es importante saber que hay maneras de ayudar a la plasticidad cerebral y, con ello, su potencial.
Para conseguirlo el resumen básico es: hacer ejercicio físico, memorizar en movimiento y gratificantes, llevar una dieta equilibrada, escuchar música, dormir bien, estudiar y, sobre todo, evitar el estrés.
¿Por qué es tan importante el ejercicio físico?
Porque cuando hacemos ejercicio aumenta la sinapsis cerebral. Se crean más conexiones en el cerebro y al mejorar la oxigenación mejora nuestra salud cardiovascular y eliminamos toxinas. Además, si hacemos ejercicio al aire libre absorberemos más vitamina D que es muy importante para nuestra salud ósea.
Si hacemos ejercicio en un lugar nuevo, que nos permita hacer, de alguna manera, una exploración ayudaremos a que las nuevas células formen un circuito.
Memorizar en movimiento nos ayuda a fijar conocimiento
Es una técnica muy utilizada por intérpretes de televisión, cine o teatro. Tratar de memorizar palabras y aprender cosas nuevas al movernos facilita que la información se fije en la memoria.
Alimentación para el cerebro y equilibrio para la microbiota intestinal
Cerebro e intestino están interconectados y el equilibrio del sistema digestivo, de su microbioma, repercute en el bienestar cerebral. Alimentos como los mariscos, el aguacate, los frutos secos –en especial las nueces-, las semillas, los pescados –sobre todo los ricos en omega 3 y 6- y un poco de chocolate negro a diario ayudan a nuestro cerebro.
Hay que destacar que las células cerebrales están formadas de grasas, así que es importante no eliminar la grasa de tu dieta. De ahí la importancia de contar con los ácidos grasos de semillas, aguacates o pescado.
Y también es clave conversar y socializar, en especial, durante las comidas. La conversación, la socialización, también son beneficiosas para nuestro cerebro.
Desconectar para evitar el estrés
Tener la oportunidad de desconectar en algún momento del día o de la semana no solo nos ayuda a rebajar el estrés si no que también nos ayuda a dejar que nuestro cerebro descanse. De hecho, al desconectar –por ejemplo, mediante un paseo- nuestro cerebro se ejercita de otra manera: con los estímulos ambientales y visuales, fantaseando, escuchando los sonidos que nos rodean, etcétera.
Aprender algo nuevo y descansar bien
Estudiar, tener retos y desafíos personales nos ayuda a nivel cerebral. Aprender a pintar o entrar en contacto con un nuevo idioma aumenta la elasticidad de tu cerebro.
Si estudiamos algo nuevo durante el día se estará formando una conexión en nuestro cerebro entre una célula nerviosa y otra. Y si además nos vamos a dormir después del estudio veremos que nos resulta más fácil recordar lo que hemos estudiado.
La música activa el cerebro
La música puede reforzar la cognición general. De hecho, se sabe que la memoria musical es la última en desaparecer en casos de demencia.
Tener un despertar natural
La hora de despertar es importante. Lo mejor es tener un despertar natural y gradual, como si la luz del amanecer llegase a nuestro cuarto. Tener una luz de menor a mayor intensidad para despertarnos genera una mejor respuesta cerebral ya que la luz penetra a través de los párpados cerrados y prepara al cerebro para que tengamos una mejor respuesta del cortisol al despertar.