El neurocientífico Mariano Sigman recomienda modificar los posibles “no sirvo para esto” que nos planteamos a lo largo de la vida empleando el poder de las palabras

Girl screaming internally from boredom. Cute emotive curly-haired caucasian female making facepalm and rolling eyes from annoyance, hearing nonsense or boring conversation, standing over gray wall. Emotions concept

En el libro ‘El poder de las palabras. Cómo cambiar tu cerebro (y tu vida) conversando’ el neurocientífico Mariano Sigman – directivo del proyecto ‘Human Brain Project’ y referente en neurociencia de las decisiones, de la educación y de la comunicación humana- realiza una serie de afrontamientos para mejorar la conversación interna de cada individuo, en especial, ante las afirmaciones del tipo “no puedo hacer esto” o “no es mi fuerte” o “no sirvo para esto”. Simplificando el objetivo de Sigman en sus reflexiones como científico y como autor se trata de modificar, con el uso propio a través de nuestros pensamientos de una conversación no limitante con palabras adecuadas que eviten llegar al desánimo y la renuncia.

Con las palabras construimos narrativas que nos autorrelatan las cosas que nos pasan, que nos definen a nosotros mismos frente a nuestra propia persona. Y las palabras pueden tener mucha fuerza.

 

Tener buenas conversaciones

Mantener buenas conversaciones, sin caer en la corriente de ser superpositivos y sin entrar en el relato de la fuerza de voluntad y del esfuerzo como elemento potenciador para lograr todas las metas es posible. ¿Cómo lo conseguimos? Por ejemplo aplicando el ‘Arte de pensar sin certezas’ de Montaigne que incluye claves en las conversación interpersonales como:

1.- Una buena predisposición.

2.- Conversar como un espacio de descubrimiento.

3.- Que la conversación sea un intercambio, no un monólogo.

4.- No rechazar lo nuevo.

En el pensamiento, a nivel interno, la conversación es un ejercicio de análisis. Se trata de revisar y ser capaces de apreciar lo que realmente es importante para nosotros, qué es cuestionable y, sobre todo, no tomar absolutamente nada como una verdad absoluta. Por último, y por supuesto, está el derecho a equivocarse, al ensayo y el error, a no acertar y tener éxito a la primera cuando estamos ante un reto o un autodesafío.

En definitiva, si tenemos un miedo enorme a decir algo mal hay un montón de cosas que no vamos a llegar a decir.

Últimas noticias