El primer paso es mantener la calma y no responder con rabia
Especialistas en psicología que publican en la ‘Harvard Business Review’ establecen dos pasos básicos para distinguir la crítica sincera, de la que se puede extraer un aprendizaje de la que surge fruto de celos, expectativas irreales o inseguridades propias de la otra persona.
El primer paso es mantener la calma y no responder con rabia. Hay que ser muy educados y dar las gracias. Basta con dar esa respuesta. Hay que pensar y tratar de asimilar el feedback negativo recibido en forma de comentario –más o menos acertado en sus formas- antes de responder para sustituir el daño y el rechazo que nos ha generado la nociva observación por las ganas de mejorar y avanzar profesional y personalmente.
Podemos conseguir modificar el mal cuerpo y el cúmulo de pensamientos y respuestas agudas que le daríamos a la otra persona transformando esos sentimientos de enfado, rabia, sensación de injusticia… por algo productivo incluso si ha quedado en cuestión algún aspecto de tu personalidad. Esta parte es complicada porque si se trata de un rasgo de carácter específico –una fuerte timidez por ejemplo- puede ser difícil.
En este punto podemos acudir a personas de confianza, que nos aprecien de forma sincera, y pedirles opinión sobre el tema en cuestión. Su postura, sin implicación previa, podrá ofrecernos un punto de vista que no hayamos visto antes. Además, conocer aquello que debemos corregir, es una ventaja. A partir de ahí podemos trabajar, poco a poco, en el hábito que nos permita cambiar. A veces la comunicación es lo más importante.
Como segundo paso, hay que procurar conocer más a la persona que dio el feedback negativo. Si tiene sentido –algo que debe evaluar cada persona en su caso particular- puede ser positivo pedir disculpas por los errores y proponer reuniros más a menudo para recibir más feedback y escuchar sus ideas de mejora.