En el cerebro se producen una serie de procesos que generan una respuesta de resistencia ante los nuevos proyectos
Ante un nuevo proyecto o cualquier tipo de cambio una de las situaciones que más se temen son las resistencias. Solo pensar en cambiar genera acciones como la memorística: comparar la información nueva con lo que ya sabemos. Lo conocido y ya aprendido se contrapone a un nuevo enfoque que precisa de un aprendizaje. Las comparaciones se activan en la corteza prefrontal del cerebro generando una alta intensidad de energía que se suma a la actividad ganglios basales que ponen en primer lugar lo conocido, las experiencias previas. Nuestro organismo ahorra, así, energía para mantenernos en la zona de seguridad, de confort.
Para el cerebro es clave conservar energía como un elemento clave de la supervivencia del organismo y prefiere repetir los patrones que fueron útiles en el pasado. Una respuesta de protección es el miedo, cuyo circuito neuronal se ubica en el sistema límbico que, ante un cambio importante, activa la región prefrontal generando cansando o agresividad lo que supone un gran gasto energético.
Varios investigadores neurocientíficos indican que en que estas pueden ser algunas de las razones de la alta prevalencia de cansancio y de estrés ante los cambios continuos que vivimos, a todos los niveles, en la actualidad.
Los hábitos y las rutinas, que se pueden ir incorporando a nuestro día a día aunque signifiquen cambios, permiten a la red neuronal crear nuevas redes neuronales que se instalan y refuerzan con la repetición. La neuroplasticidad facilita la creación de actitudes y hábitos para salir del área de confort ampliando, con ello, nuestro aprendizaje.