Es preciso conocer qué compone el pensamiento creativo en un tiempo en que la creatividad se visualiza como una de las potencialidades de personas y empresas
El ritmo acelerado del cambio y la creciente complejidad de los negocios marcan una alta exigencia de respuestas originales y creativas. Los nuevos desafíos se presentan cada vez con más frecuencia y los especialistas del mundo empresarial destacan que es clave tener respuestas creativas a todo tipo de retos con mucha más frecuencia que nunca.
Gracias a la psicología y la neurociencia cognitiva hoy sabemos que la clave fundamental para la creatividad es la inteligencia pero, además, para el desarrollo de esa creatividad hay que apuntalar cuatro direcciones o tipos de pensamiento y así lo recogen en ‘Harvard Business Review’ los autores Gabriella Rosen Kellerman y Martin E. P. Seligman en ‘Tomorrowmind’ (Simon & Schuster, 2023).
1.- Integración para mostrar que dos cosas que parecen diferentes son iguales.
2.- Dividir para ver cómo las cosas que parecen iguales son, en realidad, diferentes o se pueden dividir en partes para resultar más útiles.
3.- Inversión figura-fondo para darse cuenta de que lo crucial no está en el primer plano sino en el fondo.
4.- Pensamiento distal, que implica imaginar cosas muy diferentes del aquí y el ahora.
Habitualmente empleamos solo un tipo de pensamiento
La mayoría de nosotros tendemos a pensar en solo una de estas cuatro formas de forma natural. Sin embargo, aprender a afinar nuestra creatividad en el resto de dimensiones, direcciones o tipos es posible , y nos beneficia saber cuál nos viene naturalmente.
El primer paso es identificar cuál es nuestro pensamiento creativo natural. Dónde se sitúa nuestra fortaleza: ¿Somos más capaces de relacionar o hacer sinergias? ¿Tenemos un estilo más separador dividiendo todo en partes? ¿Somos capaces de visualizar el fondo de las cuestiones para ver oportunidades? ¿Somos capaces de pensar de un modo totalmente disruptivo visualizando situaciones, productos o realidades imposibles para otros?
El segundo paso es tratar de innovar, esforzándonos en emplear esas dimensiones que no nos son comunes: si somos integradores, entonces debemos tratar de ponernos en la posición de la división, de la inversión figura-fondo o intentar ponernos en un plano de pensamiento distal. Este último es el menos común ya que implica imaginar cosas muy diferentes del presente o “yendo hacia atrás” desarrollando tecnologías, productos o lanzamiento de promociones intermedias que se pueden comercializar de inmediato moviendo a las partes interesadas a lo largo de la curva de madurez y preparando el mercado para una nueva invención real como, por ejemplo, el funcionamiento de una organización sin empleo alguno de papel adelantándose, con ello, a las tendencias del mercado.